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discriminación racial

Una investigación revela la criminalización que sufren las mujeres gitanas en tiendas y supermercados

La Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi (AMUGE) ha visitado 20 establecimientos comerciales de Bizkaia, en 16 de los cuales se han registrado comportamientos y actuaciones del personal basados en prejuicios racistas.

Una mujer compra en un supermercado. Foto: FREEPIK.ES
Una mujer compra en un supermercado. Foto: FREEPIK.ES
Una mujer compra en un supermercado. Foto: FREEPIK.ES

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Euskaraz irakurri: Emakume ijitoek denda eta supermerkatuetan jasaten duten kriminalizazioa agerian utzi du ikerketa batek

La Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi (AMUGE) ha realizado un testing en supermercados y centros comerciales de Bizkaia, como una de las acciones de su proyecto "Antigitanismo: denuncia y visibilización desde una perspectiva feminista e interseccional", subvencionado por la Diputación de Bizkaia. La investigación se publicará en forma de libro, desarrollada con testimonios de mujeres gitanas sobre su experiencia y con pautas para cómo actuar ante un incidente racista al ir de compras.

En 16 de los 20 establecimientos de Bizkaia visitados por la entidad, se registraron comportamientos y actuaciones del personal basados en prejuicios racistas. Desde la asociación apuntan que estos resultados "respaldan la experiencia cotidiana de persecución que sufrimos las mujeres gitanas, ante la que estamos desprotegidas jurídicamente, porque no está contemplada en la definición de delitos de odio del Cógido Penal".

Asimismo, han denunciado que se trata de una realidad que afecta "a nuestros derechos, a nuestra salud, a nuestra autoestima y a nuestra participación en la vida pública".

La investigación consistió en organizar visitas a 15 supermercados y 5 centros comerciales de Bizkaia, entre los días 26 de octubre y 15 de noviembre. Un grupo formado por dos o tres voluntarias gitanas y un grupo de igual número y similar edad de voluntarias blancas entraron a cada establecimiento; miraron, probaron y compraron productos con naturalidad. Les acompañaron observadoras independientes en calidad de testigos morales, además de una técnica audiovisual que pudo registrar las incidencias en audio y vídeo.

Mediante esa metodología, se demostró un trato discriminatorio hacia las voluntarias gitanas en 16 de los 20 establecimientos visitados, lo que representa el 80% de la muestra. La entidad subraya que "esos comportamientos criminalizadores se dieron todos los días en los que organizamos visitas, y hacia todas las participantes gitanas".

En la ficha de recogida de datos, los tipos de discriminación señalados por las voluntarias gitanas fueron los siguientes:

- Persecuciones: en 16 establecimientos

- Acusaciones verbales: en 4 establecimientos

- Contacto físico excesivo: en 3 establecimientos

- Registro o invitación a demostrar ausencia de robo: en 1 establecimiento

- Otros: 16 establecimientos (describieron miradas acusatorias o intimidantes, cuchicheos y comentarios ofensivos, expresión de nervios y petición de refuerzos)

En todos los casos, esa percepción fue corroborada por las observadoras independientes, entre las que han participado periodistas y personalidades de la cultura vasca.

A la pregunta de cómo se habían sentido, las voluntarias gitanas emplearon expresiones como "incómoda", "perseguida" o "acosada". También hicieron referencia a que esta experiencia se corresponde con su realidad cotidiana: "es una cosa normal para nosotras, nunca puedo comprar tranquila, siempre tengo que comprar rápido".

Las voluntarias blancas, por su parte, pudieron hacer la compra con total normalidad en los 20 establecimientos; solo una se sintió ligeramente intimidada por la proximidad de un vigilante de seguridad. La principal queja de las voluntarias blancas, además de asistir al trato discriminatorio de sus compañeras de experimento, fue que el personal de tienda las ignoró: "todos los recursos de la tienda estaban destinados a 'controlar la situación'".

Por su parte, las observadoras describieron escenas como seguimientos o movilizaciones de numerosos dispositivos de seguridad privada. Otra práctica que la entidad percibe como "especialmente preocupante" es que las personas que ejercicieron la discriminación buscaron la complicidad de las voluntarias blancas o de las observadoras, con expresiones como "disculpa que no te atienda bien, es que vienen a liarla".

Criminalización en el contexto cotidiano

Ante los resultados de la investigación, AMUGE considera probado que "no se deben a actitudes individuales de trabajadoras y trabajadores concretos, sino que indican que el personal de tienda y el de seguridad reciben instrucciones basadas en prejuicios antigitanos". Además, afirma que "existe una cultura arraigada que naturaliza tratar a las personas gitanas no como clientas, sino como sospechosas".

La responsable de AMUGE, Tamara Clavería, recuerda que esta criminalización "afecta a los derechos fundamentales de las mujeres gitanas, pero también a nuestra salud y a nuestra autoestima. Que nos avergüencen públicamente limita nuestra participación social". Esa criminalización no se limita al ámbito del comercio, sino que se reproduce también en el mercado laboral, en el inmobiliario, en el sistema educativo o en el de salud, "pero el contexto de hacer la compra es de los más cotidianos, es nuestro día a día".

Asimismo, la entidad ha denunciado la falta de protección jurídica para actuar contra esta discriminación cotidiana, que no está contemplada en la formulación de los delitos de odio que hace el artículo 510 del Código Penal.

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