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Día Mundial de la Donación de Órganos: "Vivo muy bien gracias a que alguien ha donado su riñón"

Hoy es el Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes. Txemi Martín, que en 2015 recibió un riñón de un donante vivo en un trasplante cruzado, en el que también participó su esposa, Alazne Ziarsolo, cuenta su experiencia a eitb.eus, y habla de la importancia de la donación.

Txemi y Alazne, tras contar su historia. Foto: EITB Media.
Txemi y Alazne, tras contar su historia. Foto: EITB Media.
Txemi y Alazne, tras contar su historia. Foto: EITB Media.

JESÚS ELORDUI | EITB MEDIA

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Txemi Martín tiene 64 años, vive en Las Arenas, y, desde el 5 de mayo de 2015, en su cuerpo hay tres riñones, de los que funciona uno. En el de Alazne Ziarsolo, su esposa, en cambio, solo hay uno, exactamente desde ese mismo día de hace casi siete años y medio. La intención inicial era que el que le falta a Alazne fuera para Txemi, su marido, pero eso fue imposible, porque había un riesgo de rechazo que lo desaconsejaba, así que fue trasplantado a otra persona. Los tres, Txemi, Alazne y esa tercera persona, formaron parte de un trasplante cruzado de riñón que hizo que cinco enfermos de insuficiencia renal recibieran el órgano que necesitaban, para seguir viviendo, de parte de otras tantas personas a las que no conocían, pero con las que eran compatibles. Cinco donantes sanos, dispuestos a donar su riñón para ayudar a alguien cercano, a su pareja como donantes, pero que no podían hacerlo por no haber garantía suficiente para quien esperaba el trasplante, dieron una nueva vida a otras cinco personas a las que no conocían de nada. La cadena la impulsó un donante samaritano, decidido a donar uno de sus riñones sin saber siquiera quién lo recibiría; fue la undécima persona involucrada en una acción conjunta que Txemi, con motivo de la celebración, hoy viernes, del Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes, recuerda para eitb.eus.

En 2010, cuando tenía 52 años y trabajaba como profesor de Educación Física, Txemi empezó a encontrarse débil: "Veía que me cansaba más", echa la vista atrás, "y yo decía, 'pero si no he hecho nada del otro mundo para esto', así que me hice una analítica; con una analítica ya se ve enseguida si tienes problemas renales", explica, antes de precisar que la enfermedad renal es "silenciosa", ya que, "hasta que estás muy mal, no te enteras, porque no duele. Cuando te empiezas a encontrar mal, ya es muy tarde", se sitúa Txemi en aquellos días de hace ya más de una década, para trasladarse a renglón seguido a ahora mismo y referirse a ALCER, la Asociación para la Lucha contra las Enfermedades Renales, destacando que trata de combatirlas, "sobre todo, a nivel de prevención, hágase usted este análisis, controle sus riñones...", señala, aunque reconoce que es una enfermedad "terminal, muy difícil de parar".

"Hay dos tipos de trasplante, de cadáver y de vivo", vuelve Txemi atrás en el tiempo, y prosigue: "El de cadáver está en la lista, no hay problema, te llaman, te trasplantan y punto; el de vivo tienes que tener donante", explica, citando de nuevo la palabra mágica, "pero el problema es que no siempre es posible hacer un trasplante", porque puede ser que tu donante, la persona que está dispuesta a cederte uno de sus órganos, en este caso un riñón, no pueda hacerlo, porque no hay compatibilidad; "entonces, tú entras en una lista, que se llama de vivo cruzado. Te quedas como en 'stand by', tú y tu pareja, tú y tu donante, y, al año, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) lo que hace es un sorteo, a ver si entre todos esos donantes que hay en España, esas parejas de donantes de cruzado, se podría hacer alguna cadena para trasplantar a tres, cuatro o cinco, o los que sean".

Un "buen samaritano"

En el caso de Txemi, apareció un donante altruista, "que es un buen samaritano que daba un riñón porque sí, por una promesa o por lo que fuera". Ese donante da su órgano a alguien que está en la lista de cadáver, pero la ONT trata de introducir, entre uno y otro, cadenas: "En mi caso, fueron cinco, cinco trasplantes", indica, profundizando más en cómo es el proceso: el riñón del donante "samaritano" va a una pareja, es decir, a alguien que quería donar su órgano a alguien cercano; a su vez, el de esa pareja va al cuerpo de alguien que lo necesita, y el de la pareja de esta última persona, al de otra: "Finalmente, el último de la pareja se lo da al de la lista de cadáver", comenta, para destacar a continuación la labor que realiza la ONT, por los datos que tiene que controlar, el tiempo que se necesita para trazar las cadenas, etcétera.

Durante el tiempo anterior al trasplante, Txemi, que entonces estaba en diálisis, se preparaba para la intervención: "Es muy importante ir a una intervención quirúrgica lo más sano posible; cuando yo estaba en diálisis, iba todos los días al gimnasio". El objetivo era presentar la mejor forma física posible para el momento en que recibiera la llamada, que llegó. La cadena se activaba. Era entonces el momento de Alazne, cuya intervención, llevada a cabo por laparoscopia ("en tres o cuatro días estaba recuperada, y al quinto día a casa"), se llevó a cabo a las ocho de la mañana, simultáneamente en todos los hospitales implicados: "Entran al quirófano, sacan los riñones, y los mandan, en avión, en helicóptero...", cuenta. Él fue intervenido a las siete de la tarde, apenas once horas después: "Los riñones duran 24 horas perfectamente", nos detalla, "a diferencia de un pulmón o de un corazón, que no dura nada y hay que intervenir de inmediato".

Txemi recibió un riñón de un donante vivo, en un trasplante cruzado. El órgano había sido extraído once horas antes de su intervención, y trasladado a Cruces desde otro hospital

Txemi refiere, en este punto, en qué se diferencia un riñón de donante cadáver y otro de donante vivo: "Normalmente, los trasplantes de vivo duran muchos más años que los de cadáver, y entran en funcionamiento antes. Puede haber un trasplante con cadáver que en tres o cuatro días no te funcione el órgano, a la persona trasplantada; en cambio, normalmente los de vivo entran inmediatamente en funcionamiento. Yo me trasplanté a las siete de la tarde", pone como ejemplo, "y cuando ya me desperté y ya fui un poco consciente de lo que había pasado igual eran las ocho de la mañana, y ya me funcionaba el riñón", recuerda. Es decir, al cabo de 24 horas de ser extraído de la persona donante, ya estaba trabajando dentro de Txemi.

La importancia de que haya donantes

Volveremos enseguida al relato de cómo se llevó a cabo el trasplante cruzado de vivo que cambió la calidad de vida de Txemi hasta el punto de que él, a día de hoy, la describe como "jauja", al recordar cómo era antes de la intervención, ya con la enfermedad, en plena diálisis. Pero nuestro protagonista subraya una y otra vez la enorme importancia de que haya donantes: "Tú haces una encuesta", ilustra, "y todo el mundo quiere donar. Pero, claro, se mueren, y no lo han dejado escrito, lo cual no vale para nada. La familia es la que decide en último término", argumenta, y sucede que, cuando el médico pregunta a los familiares de alguien que ha fallecido si han pensado en la donación, la respuesta, muchas veces, es negativa. "Pero si tú dejas escrito que quieres donar, que quieres ser donante, hay un sistema que se llama el documento de voluntades anticipadas, que lo haces en Osakidetza", indica.

Es un documento de gran valor, que, si ha sido completado, consta en el informe médico de cualquier persona: "El médico ve que esa persona ha dicho que quiere ser donante; así, por mucho que diga la familia, tú tienes un documento" que lo acredita. "Es tan fácil como llamar a la delegación territorial, y pedir hora". Un inspector médico te atiende, firmas el documento, "y ya está, para toda tu vida".

Hablar de la muerte "no le gusta a nadie", reflexiona Txemi, dando a entender que esa puede ser una de las razones que explique por qué la lista de personas donantes no es más larga. "Es súper importante dejar escrita la donación", la voluntad de ser donante, "hay un carnet, que se puede hacer en cualquiera de las asociaciones, que se puede hacer en ALCER, simplemente con llamar por teléfono y dar tus datos, te lo mandan a casa. Es un carnet que no es un documento oficial, pero ya está diciendo que quieres ser donante. Y, además", continúa, "hoy en día, puede donar cualquiera. Una persona con ochenta años igual tiene un riñón estupendo; y más, para cualquiera de los que no tenemos. De tener un riñón, aunque sea 'de segunda mano', a no tener ninguno… No importa, funcionan estupendamente", enfatiza, animando a toda la ciudadanía a ser personas donantes.

Alazne subraya y pone en valor el sistema sanitario público que podemos disfrutar, y la limpieza y honestidad de todo el proceso que rodea a una donación, que califica como "increíble", por lo extraordinariamente bien que está organizado y ejecutado: "Es un sistema absolutamente garantista y justo. No hay engaño, no puede haberlo. Te hacen un montón de entrevistas. Es imposible saltarse el turno que le corresponde a cada uno". Destaca de forma muy clara la perfección con la que se realiza.

El trabajo de las asociaciones

Txemi sitúa también el foco en la importancia de que quien sufra una enfermedad renal haga uso del recurso de pertenecer a una asociación como ALCER: "Es una enfermedad dura, que a nivel mental ataca bastante", reflexiona; "aceptarla cuesta mucho, porque te cambia la vida de arriba a abajo, es muy limitante". La Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales, que tiene sedes en las cuatro capitales de Hego Euskal Herria, ofrece ayuda psicológica, "que es súper importante, también, porque esto es como el duelo; cuando tú aceptas lo que te sucede, pasas por fases, y hay también ayudas a nivel familiar", nos explica, segundos antes de destacar que la asociación cuenta con un piso que ofrece a familiares de personas que van a ser trasplantadas en el Hospital de Cruces y viven en comunidades limítrofes, como La Rioja, para que puedan alojarse ahí y estar cerca del o la paciente, mientras dura el ingreso. "La gente que padece insuficiencia renal debería estar asociada", señala, "cuando viajas, ALCER gestiona que te puedas ir de vacaciones, porque te gestiona en qué hospital puedes ir a diálisis, te busca hospital, día y hora".

Txemi destaca la importancia de que haya personas donantes, así como de que quienes sufran una enfermedad renal estén en un asociación

Txemi recuerda, asimismo, el impulso que puede suponer para alguien que acaba de ser diagnosticado de insuficiencia renal ver a una persona como él mismo, que vive "muy bien" con un riñón trasplantado, y que ha podido superar los momentos más complicados de la enfermedad; en ALCER, "te echan una mano, pero luego, tú echas una mano. Yo llevo siete años trasplantado, y, hoy en día, yo puedo ser un enfermo tutor para alguien que acaba de caer en diálisis. Cuando tú empiezas en diálisis en el hospital, se te cae el mundo encima", subraya, trayendo a su recuerdo cómo hubo varias personas de la asociación que a él, en aquellos primeros momentos, le ayudaron muchísimo.

El Hospital de Cruces, en particular su servicio de Nefrología, también recibe los mayores elogios de Txemi. Se trata del tercer centro hospitalario del Estado español en cuanto al número de trasplantes de riñón realizados, tras el Hospital Universitario La Paz, de Madrid, y el Hospital Clínic Barcelona; pero, nos puntualiza, en cuanto al prestigio de su servicio, solo es superado por el Clínic, que es el líder indiscutible. Cruces es el centro de referencia de la zona norte del Estado español, para Hego Euskal Herria y también para La Rioja.

Consignamos, también, que la labor de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) también cuenta con la mejor nota a juicio de Txemi, que destaca la perfección que preside el trabajo que realiza.

Emociones inolvidables

Vamos terminando. Una nueva mirada a aquel de mayo de 2015, en que la vida de Txemi y de Alazne dio un vuelco. "En junio, ya iba a andar a Sopela", desde su domicilio en Las Arenas, desvela él. Fueron días de emociones inolvidables: "La gente que dona siempre te dice: a cambio, recibes mucho. Puede saltar la lagrimita enseguida, son actos muy humanos, es un proceso en el que la sensibilidad está en el aire, a flor de piel. La experiencia es inigualable. Te das cuenta de que vives gracias a que alguien ha donado, yo vivo estupendamente bien porque alguien ha donado, porque podía estar muy mal… o no estar", cuenta con entereza.

La clave, una vez trasplantado, "es el primer año, y, luego, los cinco primeros. Una vez que pasas el primer año, y luego esos cinco, luego ya es más fácil que dure". Al hablar de las dificultades que pueden plantearse, precisa que hay quien tiene un sistema inmune que es tan potente que "mata al invasor, que siente que hay algo que no es mío", se refiere al cuerpo de cualquier persona y al órgano trasplantado, "y acaba con ello". Ahí está el papel de los inmunosupresores, "que te dejan el sistema inmune muy tocado; está tan débil, que no puede atacar al riñón trasplantado porque no puede hacerlo, porque está flojo". Él superó ese primer año, y también los cinco siguientes… y así nos lo ha contado.

"La gente que dona siempre te dice: a cambio, recibes mucho", destaca

¿Y el futuro? Un riñón trasplantado "no es eterno". Uno de trasplante de vivo puede durar 20, 22, 25 años, pero tiene un límite: "Me funciona al ralentí, nunca al cien por cien, pero claro, con que te funcione al ochenta por ciento, fíjate", se alegra. Dentro de unos años, cuando ese tercer riñón de Txemi deje de funcionar, recibirá otro: "Hay gente que tiene cuatro o cinco", tras haber recibido dos y hasta tres trasplantes, precisa, ya que los riñones enfermos no se extraen.

Queda mucho para eso, y Txemi y Alazne, al igual que sus familiares y amigos, también con ellos, tienen mucho por disfrutar. Su historia, y tantas otras similares de personas trasplantadas y donantes, emociona porque es tan mágica como sencilla. Es la historia, nada menos, de un trasplante cruzado que dio un vuelco a sus vidas.

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