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La UPV-EHU desvela las primeras hipótesis de una rara nube en Marte
Se trata de un penacho de 250 kilómetros de altitud que se pudo observar desde la Tierra en febrero de 2012.
Redacción
En febrero de 2012, astrónomos aficionados de todo el mundo captaban una imagen sorprendente: de la superficie de Marte emergía una nube de 250 kilómetros de altitud, un fenómeno que se repitió un mes después, y del que ahora se conocen las primeras hipótesis sobre su origen.
El material facilitado por los aficionados sirvió a los científicos para analizar el suceso y, sobre todo, para indagar un poco más en la atmósfera de Marte, el lugar en el que orbitan algunas misiones espaciales y del que todavía se sabe muy poco.
La revista Nature publica los resultados de esos estudios, un trabajo en el que han participado científicos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Horizontalmente, el penacho -que no era uniforme-, midió entre 500 y 1.000 kilómetros, "casi el tamaño de la península", y "durante dos días alcanzó una altura de 200-250 kilómetros, algo totalmente inédito", relata a EFE Agustín Sánchez-Lavega, autor del estudio e investigador del grupo de Ciencias Planetarias de la universidad vasca.
Y es que, tanto las naves espaciales que orbitan Marte como el telescopio Hubble de la NASA habían grabado antes situaciones como ésta (una de ellas en mayo de 1997) pero nunca a tanta altura sobre la superficie del planeta.
Tras analizar las imágenes y compararlas con otros fenómenos similares registrados en el planeta rojo, el artículo plantea dos hipótesis: que se trate de una nube formada por partículas -o cristales- de hielo o de dióxido de carbono, o que sea un fenómeno luminoso semejante a una aurora boreal.
"Podría ser cualquiera de las dos aunque para que ocurran han tenido que producirse unas circunstancias muy raras en la alta atmósfera de Marte", reconoce el investigador.
Si el penacho es una gran nube de agua estaría formada por cristalitos de hielo de 0,1 micras de tamaño (una diezmilésima de milímetro) pero para que los cristales de agua se formen a 200 kilómetros de altura, "la temperatura de Marte tendría que haber caído más de 50 grados centígrados", advierte.
Y si la nube está formada por dióxido de carbono, la caída de temperatura tendría que haber sido del doble (100 grados), "de modo que nos inclinamos más por el agua", explica Sánchez-Lavega.
La segunda hipótesis plantea que se trate de un fenómeno luminoso, como las auroras boreales de los polos que iluminan el cielo terrestre cuando las partículas del viento solar atraviesan la atmósfera de la Tierra.
Sin embargo, esta posibilidad está prácticamente descartada por los científicos porque Marte tiene una atmósfera muy poco densa y porque las partículas procedentes del viento solar "llegan con menos velocidad, por lo que sería rarísimo".
Las dos hipótesis, por tanto, son muy raras "pero no imposibles", dado el escaso conocimiento científico de la atmósfera marciana.
Pero lo más importante, tal vez, no es saber qué ha originado este fenómeno sino "averiguar si ocurre con regularidad" porque, más allá de los aspectos teóricos, algo así podría tener repercusiones inmediatas sobre las misiones espaciales en Marte, advierte Miguel Ángel López Valverde, del Instituto de Astrofísica de Andalucía.
"Este fenómeno es el aviso de que la alta atmósfera de Marte varía mucho y registra episodios raros", por lo que, desde un punto de vista práctico, "es importante conocer sus propiedades", agrega Sánchez-Lavega.
"De hecho, muchas misiones espaciales utilizan el aerofrenado para posarse sobre la superficie del planeta, una técnica que si sale mal puede hacer que la nave rebote o se pierda en el espacio, o que frene muy bruscamente y caiga en picado...son unas maniobras delicadas que pueden poner en riesgo toda una misión planetaria".