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Nomofobia

Enganchados al móvil

¿Alguna vez ha contabilizado las veces que mira a la pantalla del móvil a lo largo del día? Haga la prueba; puede que el resultado le sorprenda.

Maider Beistegi | EITB.EUS

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La irrupción de la tecnología informática en nuestra vida ha traído consigo grandes beneficios, sin embargo, la omnipresencia de los dispositivos electrónicos de comunicación (Smartphones, tablets, phablets, ordenadores y laptops ) creados en principio para facilitarnos la vida pueden también complicárnosla.

España está a la cabeza de la Unión Europea en número de smartphones (23 millones). Según un estudio referente al uso que hacen los españoles del teléfono móvil, realizado por Rastreator.com, el 62 por ciento de la población de Euskadi afirma que no podría estar más de un día sin mirar el móvil. El 43,48 por ciento indica que lo primero que hace cuando se levanta es mirar el móvil, mientras que el mismo porcentaje reconoce que también es lo último que hace cuando se acuesta.

Los vascos utilizan el teléfono móvil una media de 4,3 horas al día, frente a las 3,8 horas de media nacional, mientras que un 43,5 por ciento lo mira más de 10 veces a la hora. Asimismo, el 30,4 por ciento se considera adicto al móvil, el porcentaje más alto de España. Tras la aparición de los smart phones se acuñó el término phubbing, ignorar a alguien por mirar el móvil. Otra palabra de nuevo cuño es nomofobia, el miedo a estar sin el móvil.

Cansada de la incomunicación en su hogar, Ane decidió poner cartas en el asunto. "Nos dimos cuenta de que teníamos que tomar alguna medida. La cena se convertía en una escena absurda; todos pendiente del sonido del móvil. Así que ahora cuando estamos en casa apagamos los móviles hasta la mañana siguiente".

El psicólogo Iker Totorika, que junto con Jon Zabal e Iban Larrakoetxea dirige el gabinete psicológico Psicox en Bilbao, apunta que ahora mismo no nos planteamos salir de casa sin el móvil, es una necesidad de primer nivel. Pero, ¿por qué nos engancha el móvil? Los colores, pantallas y juegos de luces de los smartphones están diseñados para activar nuestras regiones de recompensa cerebral. Así, se liberan sustancias como las endorfinas o la dopamina, asociadas a sensaciones agradables y placenteras, que inducen al organismo a repetir lo que le ha gustado. Teniendo esto en cuenta y que el uso del teléfono móvil ya no se limita solamente a una función comunicativa, sino que se ha convertido también en un instrumento de ocio y entretenimiento, pueden vislumbrarse los peligros de un uso abusivo.

"Se observa que hay cierta preocupación en la gente. Nos dicen que pasan mucho tiempo con el móvil, que no desconectan del trabajo….Sobre todo los vemos en los jóvenes; una cuadrilla sentada en un banco cada uno con su móvil que igual no se habla. Los jóvenes han crecido con ello y no lo ven. Es algo nuevo, que ha tenido un auge espectacular y que todavía no hemos asimilado bien".

La sensación, similar a la droga

"La reacción fisiológica del cuerpo de un adicto cuando no tiene el móvil es similar a la de quien necesita droga", dice Totorika. Sin embargo, la adicción al móvil "todavía no está considerada una enfermedad, un trastorno mental. Así como sí se consideran al alcohol, o la cafeína substancias que pasan de ser un placer a una necesidad, todavía el móvil no tiene esa etiqueta de oficialidad de que trastorno emocional o mental".

Según apuntan varios estudios de consumo, la hora media para el primer contacto con el Whatsapp es la 07:30 de la mañana, nada más abrir los ojos. "Si no estás conectado, si tu círculo de amigos no te ha llamado y está situación se repite, si eres una persona en crecimiento o con un ego débil esto puede derivar en situaciones desagradables. El móvil puede producir malestar y sentimientos de depresión puesto que se ha vuelto en una especie de medidor de estatus".

La terapia

¿Pero en qué consiste la terapia? Según explica Totorika, "es un tema de hábitos, porque se ha creado una necesidad que está de tal manera asentada en la conciencia de cada uno que ya no se considera una necesidad. Por lo tanto, lo primero que tendríamos que hacer es lo que se llama psicoeducación. Tendríamos que aprender a usar menos el móvil. Es un poco irreal el decir a alguien que no tienes que usar más el móvil. Hay que valorar que más que dejar el móvil es racionar su uso. Si es un tema que le da ansiedad, habría que entrenar la respiración, ponernos en esa situación y ver qué se puede hacer para prever ese comportamiento. Hay que ampliar el repertorio conductual de la persona. Es un reaprendizaje", concluye.

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