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SIDA
El médico que atendió al primer paciente de SIDA en el Estado: "Se ha perdido el miedo al SIDA y sigue ahí"
O.V. | EITB Media
Manuela Carmena y Albert Pahissa, el médico que atendió al primer paciente de SIDA en el Estado, rememoran lo sucedido en aquellos días. "Fue terrible, en algunas familias murieron 3 o 4 hijos".
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"Fue algo terrible que afectó sobre todo a la juventud que andaba con la drogadicción" ha recordado Manuela Carmena en "Boulevard" de Radio Euskadi. La nueva situación "fue de una dureza tremenda" ya que había miedo a los contagios, aunque la "preocupación inmensa" de Carmena fue que los enfermos no murieran en la cárcel. El hecho es que aunque los enfermos salieran a la calle "no tenían a nadie que les quisiera acoger" debido al miedo que había en torno a la enfermedad. Carmena ha recordado la figura del que entonces fuera fraile Javier Barbero que acogía a enfermos de SIDA que no tenían a dónde ir.
"En algunas familias murieron 3 o 4 hijos" por haberse infectado del virus en el mundo de las drogas. "Los presos hacían jeringuillas con los bolígrafos y la institución penitenciaria no era capaz de reaccionar" ha recordado la jueza emérita. Se creó una actitud de segregación hacia los enfermos que ahora, en esta actual pandemia, no se ha dado "porque todos estamos en la diana de los riesgos".
Fue hace 40 años, en octubre de 1981, en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona cuando en urgencias apareció un joven con un deterioro generalizado: su respiración, su piel, su sistema nervioso estaban dañados. Aquel joven falleció cinco días después de entrar en el hospital. Albert Pahissa fue el médico que atendió a aquel joven, y ante los micrófonos de Radio Euskadi, ha rememorado lo vivido. El joven tenía una patología muy grave que los médicos desconocían y "coincidió que revisando la patología vimos una publicación muy reciente en una revista de EE.UU. que coincidía con este tipo de paciente". "En aquel momento no se sabía lo que era" ha recordado Pahissa. Fue en el año 85 cuando se produjo "una situación de cataclismo". Había pacientes que ingresaban con un pronóstico de vida de no más de 2 años, y en el hospital la gente tenía miedo y había un rechazo para atenderlos.
A día de hoy, el médico opina que "se ha perdido" el miedo a la enfermedad, aunque "el virus sigue dentro" y ha hecho que se incrementen otras enfermedades de transmisión sexual, algunos de los cuales "se han hecho resistentes al tratamiento médico". La evolución de un cáncer o un linfoma suele peor en enfermos de VIH.