Vitamina D, a expensas del sol

A Begoña, de 66 años de edad, la médico de cabecera le ha recetado un medicamento cuanto menos curioso: exponerse 15 minutos al sol diariamente sin protección solar. Sus análisis de sangre han evidenciado un déficit de vitamina D, hormona clave para la salud ósea y muscular, por lo que la facultativo ha recomendado tomar el sol como medida para evitar males mayores.

Sin embargo, el problema de Begoña podría no ser un caso aislado, ya que estudios recientes han concluido que el 75 % de la población de Cataluña presentaría niveles bajos de vitamina D, algo que resulta paradójico dada la alta exposición solar de la cuenca mediterránea. Aunque ni Osakidetza ni Osasunbidea tienen datos concretos al respecto, la nutricionista Maddi Etxeberria (Andoain, 1998) considera que hay indicios que sí apuntan una carencia en Euskal Herria y anima a la población a mirarse los niveles de vitamina D.

Los rayos ultravioletas de tipo B (UVB) son la mayor fuente de esta vitamina. El cuerpo, expuesto a la radiación solar, la sintetiza y la almacena en el hígado y el riñón, que son los encargados de convertirla en hormona.

A falta de sol, la vitamina D también puede obtenerse a través de la dieta, ya que está presente en alimentos como el hígado, los huevos o los pescados grasos.

Hay, además, una última opción para mejorar los niveles de vitamina D en nuestro cuerpo, aunque no está exenta de controversia: la suplementación. Según nos ha desvelado nuestra experta, Maddi Etxeberria, la ingesta en pastillas o ampollas de la vitamina D sería interesante para la tercera edad, en general, y sobre todo, las mujeres en edad premenopáusica y menopáusica. Sin embargo, advierte de que hay que tener cuidado, ya que una ingesta excesiva puede generar toxicidad.