La mecánica del caracol
Ciencia
El hombre de Loizu: una ventana al estudio de la vida en el mesolítico
Comienza el estudio del esqueleto de 11 700 años hallado en una cueva navarra, el segundo completo de esta época hallado en la península. Relacionan la anosmia con un buen pronóstico de la covid-19.
-
Hombre de Loizu
54:24 min
La imagen del esqueleto del denominado hombre de Loizu ha estado presente en los medios de comunicación desde su presentación oficial el pasado viernes, al pie de la cueva de Errotalde I, el lugar donde estos restos fueron descubiertos a finales de 2020 por un grupo de espeleólogos. En un lugar remoto de esta cueva del municipio navarro de Erro, a una hora a rastras desde la entrada, ha reposado durante 11 700 años el esqueleto completo de un hombre de entre 17 y 21 años, que presenta en el cráneo un agujero, fruto quizás del impacto de un proyectil. Tras una complicada labora de extracción el hombre de Loizu ha dejado atrás su tumba para ser estudiado por Investigadores del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria. Uno de sus investigadores es Pablo Arias, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, y coordinador de los análisis arqueológico y antropológico que se van a realizar a este esqueleto. Una oportunidad extraordinaria para obtener información genética de este individuo y datos sobre su dieta, enfermedades, etc...
Un año después de impactar en nuestras vidas la covid-19 sigue siendo una enfermedad con muchas incógnitas, aunque se va acumulando evidencias sobre la forma en la que afecta al organismo. Uno de los síntomas que reportan muchos pacientes y cuya explicación todavía no está muy clara es la pérdida de olfato. Al darse en personas que no tienen más síntomas, la anosmia se ha considerado un indicio para alertar de un posible contagio, un factor a tener en cuenta para un diagnóstico temprano. Ahora se presenta, además, un estudio que ha determinado que perder el olfato representa un buen pronóstico de la enfermedad. Es la principal conclusión de una investigación internacional cuyo primer autor es Jesús Porta-Etessam, jefe de la Sección de Neurología del Hospital Clínico San Carlos, profesor de la Facultad de Medicina de la UCM.