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Literatura

Entrevista

Miren Amuriza: "La verosimilitud de un relato depende de que se describan sus circunstancias"

Natxo Velez | EITB Media

La escritora de Berriz presenta de la mano de la editorial Susa su segunda novela, "Pleibak", la afilada autopsia de una amistad que, aunque parecía eterna, se quebró en un momento dado.

  • Miren Amuriza presenta "Pleibak", su segunda novela

    Miren Amuriza presenta "Pleibak", su segunda novela

Euskaraz irakurri: Miren Amuriza: "Zirkunstantziak deskribatzeak ematen dio egiantzekotasuna kontakizunari"

La bertsolari y escritora Miren Amuriza (Berriz, 1990) apoya Pleibak, su segunda novela, sobre cuatro pilares fundamentales: un lenguaje corroído por la roña, las sendas y cruces de caminos por los que transita la amistad entre Jone y Polly, un paisaje "rural-poligonero" y el retrato de una generación.

En Pleibak, Jone se dirige a su antigua amiga íntima desde una "angustia visceral retroactiva" que libera un vertiginoso chorro de recuerdos, pensamientos y sentimientos tan incesante como incisivo. Amuriza realiza en la novela una estimable y gigantesca labor por ensuciar el lenguaje, por lastrar cada palabra de sustancia hasta su límite sin que el ritmo decaiga, y logra crear en labios de Jone un registro que supone un elogio a la expresividad.

El libro abre, además, una ventana al mundo de las y los jóvenes de principios de la década de los 2000, una época y un lugar en la que se mezclan Hemendik At!, bucólicos cuadros de bueyes, "Bertatik Bertara" y los arrano beltzas con "El Diario de Patricia", pósteres de Chenoa, arrobas y las Spice Girls.

Hemos hablado con Amuriza sobre estas y otras cuestiones.

Pleibak es tu segunda novela, después de que en 2019 publicaras Basa. ¿Cómo ha influido aquella experiencia anterior en la nueva novela?

En lo que respecta al proceso de escritura, con la primera novela no sabía lo que era escribir un libro, así que avancé como pude, de un modo muy intuitivo y desordenado. En esta segunda ocasión, he podido hacerlo de otra manera porque, más o menos, ya sabía a qué me enfrentaba.

Y a la hora de publicarlo, lo mismo. Con la primera novela, tuve la sensación de ir apagando fuegos según se iban encendiendo, y esta vez he notado que tenía la piel algo más curtida, he llegado con más fuelle: he preparado las presentaciones y la entrevistas…

¿Qué comparten ambas novelas y qué es lo que las diferencia?

Se trata de dos historias totalmente diferentes. Comparten un paisaje más o menos parecido, ambas están enraizadas en el mundo rural, pero no tiene nada que ver la forma en la que ese mundo se describe en Basa con la forma en la que se hace en Pleibak.

Miren Amuriza, 'Hitzetik Hortzera' saioan

Miren Amuriza, en el programa 'Hitzetik Hortzera'

Esa piel más curtida ha acarreado otra manera de escribir

Escribir el primer libro supuso para mí una cura de humildad. Creía que en mi primer libro tenía que escribir todos los libros de mi vida a la vez. Al principio, proyectas todo con una gran ambición, y, después, a medida que vas escribiendo, te vas dando cuenta de hasta dónde llegan tus pequeñas habilidades.

Aquello me puso bastante en mi sitio, y esta vez he sido más consciente de lo que puedo hacer y lo que todavía no puedo hacer. Digamos que esta vez la inversión de energía y el resultado han estado más equilibrados.

¿Qué es hacer "pleibak" y qué lo diferencia de hacer "playback"?

"Pleibak se escribe como suena": esa es la frase con la que he comenzado las presentaciones de la novela.

La palabra "pleibak" tiene diferentes significados a la vez: significa poner palabras a una voz que no es la tuya; mirar hacia atrás pulsando rewind y play repetidas veces y retroceder y avanzar a nuestra adolescencia, a la década del año 2000; y salir al escenario bien acompañada, a pesar de cantar o bailar sola.

Respecto a la ortografía, decidimos escribirlo así porque avanza algunas decisiones lingüísticas que el libro contiene. He querido crear un lenguaje lo más cercano posible al habla de algunas y algunos jóvenes.

Los ingredientes principales de Pleibak son los personajes Jone y (indirectamente) Polly, el final de una amistad, "un idioma carcomido por la suciedad" y el retrato de una generación. ¿Cuál fue el punto de partida del proyecto y cómo se han ido uniendo todos estos elementos para completar el libro?

A veces empezamos a escribir partiendo de una historia, un tema o un acontecimiento concreto, pero, en este caso, el motor, mi principal motivación, ha sido el deseo de hacer unas determinadas pruebas con el idioma.

Quería trabajar un registro, y esa tentativa fue la que me llevó a crear un personaje que lo articulara. Fue así como llegué al universo adolescente y, concretamente, al de nuestra adolescencia.

Las vivencias adolescentes que tenía más presentes eran las relacionadas con las amigas y amigos, y empecé a completar esta cronología de una ruptura o un alejamiento porque me tocaban de cerca. En otro tipo de relaciones, como en las relaciones afectivo-sexuales y en las relaciones de pareja, hay un vocabulario y un imaginario determinados, pero me parecía que, en lo que respecta a la amistad, existía un terreno no tan explorado hasta ahora. Todas y todos hemos pasado por ello antes o después, y ese tipo de duelos y separaciones han tenido un gran peso en muchas de nosotras y nosotros.

En ese momento empecé a completar la cronología de esa relación y, al mismo tiempo, a ambientar la historia. Al igual que en Basa, traté de ser lo más concreta posible y dar el máximo número posible de referencias sobre el entorno, el tiempo y los lugares de la historia, me esforcé en reunir todas las referencias que en esa época teníamos alrededor, junto con ese tratamiento específico del lenguaje.

¿Has temido en algún momento que esa catarata de referencias vinculara excesivamente el relato solo con una generación?

Sí y no, pero más no que sí. Te mentiría si te dijera que no me importa el lector o la lectora y todas esas cosas. Siempre lo tienes presente y quieres llegar al mayor número posible de gente, en tanto en cuanto escribir es un acto comunicativo.

De todas formas, como tenía tan claro qué era lo que quería hacer, la balanza siempre se inclinaba de mi lado. Se trata de un libro para nuestro tiempo, aunque eso no quiera decir que no se pueda conectar con él desde más arriba o desde más abajo.

Además, también pensé en otra cosa. Cuando nosotras comenzamos a leer a autores –casi siempre autores hombres– más mayores, yo no sabía quién era Corto Maltese o qué era una olivetti ni quién era Brassens, pero cuando te dispones a leer o ver algo, te acercas a ello con una perspectiva despejada y es así como lo recibes. Creo que quien esté dispuesto a conectar con el libro lo hará de la misma manera que nosotras estuvimos dispuestas a aceptar los referentes de nuestros antecesores.

Mientras escribía, he leído muchas autoras más o menos contemporáneas que escriben en castellano, como, por ejemplo, Andrea Abreu, Elisa Victoria, Aida González Rossi y Elisa Levi, y he conectado mucho con una escritura que pertenece a mi generación y un estilo que tiene mucho de retrato de un tiempo. Hay muchas cosas que me han parecido exportables a nuestro ámbito, y eso es lo que he intentado.

El libro se acerca a inquietudes universales desde un punto de vista muy particular. ¿Cómo explicas esa paradoja? ¿Cómo se acercan los buenos libros a la universalidad, a sentimientos y pensamientos globales desde el detalle, como en este caso donde partimos del punto de vista preciso de una chica concreta en un pueblo muy determinado de una época muy particular?

Como lectora, yo conecto con ese tipo de historias y ese tipo de escritura, y no sé si sabría hacerlo de otra manera. Cuando hablaba de Basa, recalcaba que estaba contando la vida de una mujer concreta, miembro de una familia concreta que vivía en un caserío concreto, y que esa mujer no representaba ni a la mujer baserritarra vasca ni ninguna otra cosa. Luego, claro, puede ocurrir que alguien que lea la novela se identifique más con su experiencia o que sienta algunos personajes más cercanos o más lejanos.

Creo que la verosimilitud de un relato depende de que se describan sus circunstancias, que es eso lo que posibilita que se pueda conectar con una historia desde diferentes lugares. En este caso, tenemos una relación de amistad entre dos personas con orígenes (modelo de familia, clase social, referentes culturales) muy diferentes, una experiencia universal, y mi labor ha sido describir cómo ese origen ha condicionado su forma de ser, su camino en común y la ruptura de ese camino.

En este caso, los motivos para la separación son unos, pero ¿cuántas relaciones no se han roto porque las situaciones originales de cada una no eran las mismas y eso ha condicionado, en consecuencia, el tránsito común y que cada una tirara por su lado?

El punto de vista de Jone nos llega de primera mano, con un lenguaje que oscila con tensión entre lo oral y la norma del lenguaje escrito. ¿Cómo has cuidado el equilibrio entre la coherencia, el tono y la verosimilitud por una parte y la inteligibilidad por otra?

Para mí es importante subrayar que he hecho una serie de elecciones lingüísticas que a mí me han servido para este libro concreto, para caracterizar un registro juvenil y oral. Muchas veces, cuando hablamos de libros, explicitamos mucho las estrategias tras la construcción de los personajes, el tratamiento de los temas, los ambientes y muchos otros aspectos, pero no lo hacemos tanto sobre las elecciones del autor o la autora en el plano lingüístico, a pesar de que siempre existan.

Con mis decisiones para este libro no quiero generalizar en absoluto, y no dicto cómo debemos escribir. A mí me han servido en este caso.

Dicho esto, mi criterio ha sido el de ser bastante flexible en el aspecto léxico, para colorear el discurso y porque creo que, tomando algunas licencias, tenemos muchas más cosas que ganar que cosas que perder. Por ejemplo, Pan Bimbo se escribe panbimbo, Cheetos se escribe txetos y frrrrekillo con muchas erres. He optado por escribir las expresiones que tenemos muy asimiladas tal y como las decimos.

En el caso de los préstamos, he utilizado las versiones en castellano siempre que fueran iguales o muy parecidas a las de francés e inglés y en el caso de que me parecieran más concretas o significativas que la palabra en euskera. Brillante es brillante, hortero es hortero e irrebersiblea es irrebersiblea. En este aspecto, he antepuesto la concreción; no es lo mismo que un personaje diga rallatuta nago que gogaituta nago. No solo por el significado concreto de la frase, sino por la información que nos da sobre el o la hablante.

Quizás por compensar eso, con la sintaxis he sido más inflexible. He cuidado mucho las estructuras propias del euskera. Me he movido ahí, entre las posibilidades y las imposibilidades que nos impone la lengua.

El papel que puede jugar en la literatura un idioma como el nuestro, en situación de diglosia, no es comparable con el del castellano, el francés o el inglés, pero eso no quiere decir que no podamos tomar algunos riesgos y que no exista margen para el juego. Así que he intentado buscar esos espacios.

La narradora es una persona que se pronuncia desde los márgenes –a veces, desde el margen de los márgenes–. ¿Qué referentes, impulsos o pautas te han servido para construir el tono de la novela, uno de sus principales valores?

Antes he mencionado ejemplos de fuera, pero en casa también tenemos referencias: Erraiak de Danele Sarriugarte, Turista klasea y Nola heldu naiz ni honaino de Kattalin Miner, Bar Gloria de Nerea Ibarzabal… Llevamos varios años escribiendo desde fuera de las voces canónicas, y no he realizado ningún ejercicio consciente de pensar "voy a escribir desde la voz de una persona que está en los márgenes".

Estamos conectadas automáticamente, por muchos motivos, con ese punto de vista, y eso es lo que nos sale. Luego le sumamos un esfuerzo y una voluntad artística, pero existe una generación que lleva mucho tiempo transitando nuevos caminos.

Miren Amuriza, 'Hitzetik Hortzera' saioan

Miren Amuriza junto a Mirari Martiarena, en 'Hitzetik Hortzera'

En la medida en la que la buena literatura es aquella que destruye estereotipos, ¿desde dónde te has acercado a la infancia y la adolescencia, una época que nos llega más veces de las deseables envuelta en nostalgia y dulcificada? ¿Qué fuerzas han guiado el punto de vista honesto sobre la adolescencia que encontramos en Pleibak?

He realizado un ejercicio de memoria, aunque muchas cosas que aparecen en el libro sean inventadas, y es cierto que hay algunos destellos de luz cuando se abordan temas relacionados con la infancia, más vinculados con el placer y el juego. Eso me ha servido para establecer un contraste con los momentos posteriores, que resultan más intensos.

Qué te voy a decir sobre la adolescencia… Creo que nadie utilizaría el adjetivo dulce para describirla, y en este caso he intentado que la crónica no resultara completamente blanca o negra. Es una etapa intensa, con un sabor muy fuerte, y he tratado de acercarla tanto como he podido a la realidad que nosotras vivimos.

Presentaste Pleibak en Durangoko Azoka, y el libro tuvo una gran acogida. ¿Te ha llegado ya la respuesta de ese público?

Estoy muy agradecida y muy contenta con la acogida y con el recorrido que está haciendo el libro. Siempre existe esa duda, hasta que por fin sacas la cabeza, y me da mucha alegría y tranquilidad ver que gente de nuestra generación y gente de otras edades está enganchándose a la historia de Jone y de Polly porque aquellas intuiciones que tuve se están viendo más o menos refrendadas.

Lo volveré a leer dentro de un año, más o menos, y seguro que le veré algunas carencias, pero bueno…

¿Qué lee una escritora? ¿Qué libros han llamado tu atención últimamente?

Ahora mismo estoy leyendo La llamada, de Leila Guerriero, y estoy alucinando en colores con ella.

*"Pleibak" se podrá leer próximamente traducido al castellano