Sociedad -
ANIVERSARIO
35 aniversario de las inundaciones más graves de Euskal Herria
El 26 de agosto de 1983 un centenar de localidades vascas, entre ellas Bilbao, que se encontraba en plena Aste Nagusia, quedaron anegadas por el agua. Murieron entre 34 y 43 personas.
Iker Rincón | EITB.EUS
Euskaraz irakurri: 35 urte bete dira Euskal Herriko uholderik larrienak izan zirenetik
El 26 de agosto de 1983 más de un centenar de localidades vascas fueron declaradas zona catastrófica, después de que unas incesantes lluvias anegasen toda Euskal Herria y las inundaciones arrasasen con todo.
Han pasado 35 años, y muchos son los que después de tanto tiempo aún rememoran la terrible tragedia que dejó decenas de víctimas (el Gobierno Vasco no tiene datos oficiales al respecto, pero, atendiendo a la prensa de entonces, el número de víctimas podría rondar entre los 34 y 43 en toda Euskal Herria), 5 desaparecidos y daños materiales por valor de unos 200.000 millones de las antiguas pesetas (1.200 millones de euros).
Después de una semana en la que la lluvia no cesaba, las primeras inundaciones tuvieron lugar en Gipuzkoa, pero los 600 litros por metro cuadrado que cayeron ese día no tardaron en ahogar también a Araba, Nafarroa y Bizkaia, siendo este último territorio el más castigado por las riadas.
LA FUERZA DE LA NATURALEZA
Cuando la pleamar se unió a la tromba de agua, la cuenca del Ibaizabal no tardó en dar de sí y se desbordó hasta cinco metros en varios puntos del territorio vizcaíno.
Un Bilbao sumergido en el ambiente festivo de la Aste Nagusia, que ese año se estaba caracterizando por la persistente lluvia, vio como el agua alcanzaba los primeros pisos del Casco Viejo, arrastrando todo lo que pillaba a su paso: árboles, coches e incluso animales que habitaban en los caseríos de los pueblos cercanos.
Las inundaciones de 1983 tuvieron un efecto devastador. El mercado de La Rivera quedó reducido a escombros y barro de un día para otro, y las txosnas del recinto festivo sufrieron la misma suerte, que acabaron siendo un amasijo de hierro destartalado junto con una Marijaia que quedó aplastada contra el quiosco del Arenal.
(Las txosnas de Aste Nagusia quedaron destartaladas en el Arenal. Foto: 1983 Euskadi inundada)
Junto con el Casco Viejo, el barrio de La Peña fue una de las zonas más afectadas de la capital vizcaína. El barro enterró prácticamente toda la zona, y las riadas dejaron dos víctimas mortales.
Allí mismo, la familia Uriarte recuerda que la inundación les pilló por sorpresa en la fábrica familiar. En el documental 1983 Euskadi inundada, Javier Uriarte, uno de los hermanos que estaba ahí, recuerda cómo el agua empezó a entrar en el edificio, a subir hasta la oficina, y no tuvieron más remedio que resguardarse en el tejado.
Junto a él estaban sus otros dos hermanos, su sobrino y otros dos compañeros más. Así, María Lourdes Intxausti, madre y esposa de dos de los que se quedaron atrapados, explica que esa noche estuvo muy preocupada: "Claro, tenía allí a mi marido, a mi hijo pequeño, a dos cuñados míos y a más gente. Y es que siempre piensas lo peor en esos momentos. Aquello era una pérdida increíble que no lo hubiéramos podido superar".
Pese a todo pronóstico, todos ellos lograron salir ilesos gracias a unos jóvenes que unieron la fábrica con el puente que estaba al lado mediante una escalera de más de cinco metros.
DESTROZOS POR TODOS LADOS
La fuerza de la naturaleza se dejó sentir en toda la cornisa cantábrica. Bermeo, Galdakao, Etxebarri y Llodio fueron otros de los municipios afectados por las más de 1.500 millones de toneladas de agua que cayeron entre los días 26 y 27 de agosto. De Bermeo se llegó a decir incluso que había desaparecido, pero, una vez restablecidas las conexiones, se pudo comprobar que afortunadamente no fue así, aunque la furia de la riada en este punto fue tan virulenta que partió en dos el casino situado en el muelle.
Jon Elizondo regentaba el bar de dicho casino junto a su hermana Miren, y recuerda que los dos se quedaron atrapados allí.
En el mismo documental, Jon explica que entraron a la bodega para intentar resguardarse. Se quedaron ahí, pero el agua empezó a subir sin parar. Recuerda que consiguieron subirse a un altillo, y ahí, empezaron a escuchar el ruido de las olas. "Después, noté en la cabeza que me caía una gotera de arriba, y ahí dije: 'aquí arriba hay agua'. Por lo que nos preguntamos, ¿dónde estamos nosotros?", relata.
Poco después, la fuerza del agua hizo lo demás, tirando abajo el edificio y dejando libres a Jon y a Miren.
UN PAÍS INCOMUNICADO
La madrugada del 26 al 27 fue dramática. Las carreteras estaban cortadas, y gran parte de Bizkaia permaneció a oscuras y sin teléfono.
(Las riadas anegaron todo lo que estaba a su paso. Foto: 1983 Euskadi inundada)
La falta de información fue angustiosa. La gente no sabía nada de sus familiares y la necesidad de comunicarse con ellos hizo que la radio se convirtiese en el medio de comunicación por excelencia.
La gente usó las ondas radiofónicas para dar comunicados de avisos e incluso para avisar donde iban a estar los camiones cisterna para repartir agua potable a la población, dado que las cañerías y tuberías no pudieron aguantar y reventaron, dejando sin abastecimiento a un gran número de municipios.
RESPUESTA CIUDADANA
Se dice que en las situaciones límite el ser humano saca lo mejor y lo peor de sí mismo, y así fue en Bilbao. Había quien, aprovechando esa crisis, saqueó comercios e incluso viviendas de la zona. Sin embargo, fueron muchos más los que decidieron volcarse en las tareas de ayuda a los más necesitados.
Así, cientos de voluntarios se trasladaron a las zonas más afectadas para ayudar en las tareas de rescate y de limpieza, junto a los bomberos, policías y al Ejército español.
En municipios cercanos a la capital vizcaína, muchos vecinos tuvieron que ser rescatados mediante helicópteros, después de pasar gran parte de la noche en los tejados de sus viviendas o centros de trabajo.
EL RIESGO DE INUNDACIÓN SIGUE AHÍ
En cuanto a la pregunta de si es posible que vuelva a suceder lo mismo que hace 30 años, los expertos creen que el riesgo de inundación sigue ahí. La meteoróloga Margarita Marín advierte que no hay obra de canalización posible que sea capaz de resistir una fuerza de semejante tamaño.
Por su parte, el viceconsejero de Seguridad del Gobierno Vasco Josu Zubiaga dice que "hoy en día sabríamos que habría una inundación, tendríamos en marcha un sistema preventivo con muchos recursos en marcha y avisaríamos previamente a la población".