Sociedad -

Impacto medioambiental

Kilómetro cero sí, pero no siempre

Los expertos advierten de que hay casos en que traer alimentos de origen lejano tiene menos impacto ecológico que obtenerlos de la producción local. 

Alubias de Zegama, producto KM 0.
Alubias de Zegama, producto KM 0.
Los productos de kilómetro cero no siempre tienen menor impacto en el medioambiente

1:43

Elhuyar

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Euskaraz irakurri: Zero kilometroko produktuak bai, baina ez beti

Los expertos avisan de que los productos de kilómetro cero no siempre tienen menor impacto en el medioambiente que los que hay que transportar desde lejos. "Un producto local, entendido como aquel que se produce y se consume en Euskadi, no es garantía de ser un producto más sostenible medioambientalmente hablando, cuando lo comparamos con un producto importado", dice Olatz Unamunzaga, directora del Departamento de Conservación de Recursos Naturales de NEIKER. "¿Por qué? Porque para medir la sostenibilidad ambiental tenemos que tener en cuenta todos los recursos que se han utilizado desde la producción hasta el consumo".

El transporte es uno de esos factores. Y es importante. De hecho, más de un cuarto de las emisiones antropogénicas de CO2 son debidas al transporte de mercancías, por lo que reducirlo en el sector alimenticio va, en principio, a factor de la lucha contra el cambio climático. Por eso se promocionan los productos de kilómetro cero, producidos cerca de donde se van a consumir.

Tomates de enero

Sin embargo, hay otros factores a tener en cuenta. "Si yo en la producción he utilizado muchos fertilizantes, muchos fitosanitarios y mucha energía, eso no compensa el que haga pocos kilómetros", dice Unamunzaga. 

"Por ejemplo, se puede comparar la producción y consumo de un tomate en el mes de enero caracterizado como un producto local, frente a otro que se importa y se produce a 600 km de Euskadi, donde unas condiciones climáticas en enero son las óptimas para producir tomate (hay suficiente temperatura, suficiente claridad, etc.). Para producir el tomate en Euskadi en enero necesito calefacción, necesito muchos insumos y estoy forzando a ese cultivo a que se produzca en un mes que no es el natural", explica la experta. Por esas razones, el balance ambiental total está a favor del tomate importado. 

Investigación

El tomate de enero producido en Euskadi es solamente un ejemplo en el que la estacionalidad de un producto es clave. Pero hay más factores a tener en cuenta, como la optimización científica de la producción. ¿Cuántos fertilizantes se utilizan para producir, por ejemplo, un kilo de lechuga? ¿Y cuánta agua hay que utilizar? ¿Cuánta energía? ¿Y cuánto gasoil se consume en el transporte que se hace hasta el consumidor?

"Hay que cuantificar todos los recursos utilizados y luego, con unas metodologías que científicamente ya están probadas, se cuantifica qué impacto tiene en el medioambiente", dice Unamunzaga. "Es el momento de poner en valor esas investigaciones que se han hecho desde hace muchísimos años: el utilizar variedades que se adaptan a nuestras condiciones climáticas, la digitalización, el utilizar sensores que nos digan cómo, cuándo y cuánto tenemos que regar, el aplicar fertilizantes cuando necesitemos, el aplicar fitosanitarios cuando nos digan esos sistemas de alarma cuándo es el momento óptimo".

La investigación en el primer sector tiene ya una larga tradición y está muy orientada a hacer frente a las consecuencias del cambio climático. "Tenemos un sector muy profesional, y se está trabajando mucho en eso", concluye Unamunzaga. 

Olatz Unamunzaga, NEIKER

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